Los Círculos de Paz o Círculos de diálogos. Un nuevo paradigma de convivencia para la paz
Planificación de un círculo de paz o circulo de dialogo para comunidades con enfoque restaurativo
Una palabra clave para describir los círculos de paz, y que debe tenerse presente a la hora de la planificación, es flexibilidad.
Los círculos de paz son procesos flexibles que permiten efectuar adaptaciones para que se ajusten y respondan a las circunstancias particulares de cada caso.
Es necesario aclarar que flexibilidad no es sinónimo de improvisación, sino que cada una de las etapas del círculo amerita una planificación detallada de acuerdo con la información que se obtenga en la etapa de discernimiento.
La flexibilidad que caracteriza los procesos de círculos permite abordar nuevos temas, incluir nuevos intereses, tomar en cuenta información adicional.
Debido a esta gran flexibilidad, los círculos de paz se han podido utilizar en situaciones complejas con personas menores de edad, con personas de comunidades con intereses y necesidades distintas, con grupos multiculturales e intergeneracionales.
El círculo de paz se planifica de la misma manera que otros tipos de círculos; son básicamente las mismas indicaciones para las etapas y fases, pero su objetivo de abordar una situación de conflicto hace que, en su planificación y ejecución, cobren importancia tres aspectos específicos:
La información que se recoge en la etapa de discernimiento
La etapa de discernimiento se puede entender como una pequeña investigación en la cual, mediante la observación y las entrevistas con personas, se recoge información que permite definir si el círculo de paz es una herramienta adecuada para trabajar el tema o conflicto particular.
Elementos estructurales del círculo
Kay Pranis, en su libro acerca de los círculos y sus procesos (The Little Book of Circle Processes) describe de manera clara cómo los círculos de paz emplean la estructura para crear posibilidades de libertad.
El círculo necesita contar con una estructura, un encuadre claro de seguridad y, al mismo tiempo, que estén dadas las condiciones para que las personas
tengan disposición para buscar los aspectos que las unen, más que enfocarse en los que las separan.
En los círculos se ponen en práctica los cinco elementos estructurales con el fin de crear un ambiente de seguridad, en el cual las personas participantes puedan tener la mayor libertad para dar su visión y versión de los conflictos, dejar a un lado sus mecanismos defensivos y ser ellas mismas, así como expresar sentimientos y necesidades.
Las personas acompañantes emplean, de manera consciente y con intencionalidad, estos elementos estructurales que son las ceremonias, las piezas del diálogo, los valores y principios consensuados, su función de cuido y acompañamiento y la toma de decisión por consenso, con el fin de que las personas participantes se sientan seguras y puedan expresarse con sinceridad y honestidad.
Una vez que se ha implementado el uso de la pieza de diálogo y que se comprende bien el uso de los valores consensuados, las personas acompañantes deben “confiar totalmente en el círculo”; es decir, que todas las personas integrantes van a trabajar en función del proceso y que en el círculo la situación se va a desarrollar de manera correcta.
En todos los ambientes hay alguna persona o personas con comportamientos y relaciones interpersonales difíciles y, ante el temor de cómo se podrían comportar en el círculo, surge la duda de si invitarla(s) o no. Se ha concluido, como resultado de las experiencias con esta metodología, que vale la pena incluirla(s), que su aporte es importante y que se puede confiar en que en el ambiente seguro del círculo surgirá el deseo de relacionarse bien.
Además, es importante recordar que la programación se debe realizar en función del logro de los objetivos del círculo y no en función de evitar situaciones difíciles con esta(s) persona(s).
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